viernes, 13 de noviembre de 2009

matoneo virtual

Ahora las redes sociales como Facebook o MySpace son la nueva arma para el 'matoneo' o acoso en los colegios en Colombia
El Grupo de Delitos Informáticos de la Policía reconoce que el tema es tan preocupante que durante el primer semestre del año se recibieron 435 denuncias, de todo el país.Además de golpes, burlas, chantajes y discriminación, los niños y jóvenes víctimas de maltrato por sus compañeros en los colegios tienen que soportar ahora los embates de un arma terrible que parece no tener control: la Internet.Al conocido matoneo en los salones de clase y en la ruta escolar -entre otros escenarios- se le sumó el acoso a través de redes sociales como Facebook o Myspace, en otras, donde los jovenes son víctimas de acoso, injuria y calumnia por parte de sus compañeros.Según el mayor Freddy Bautista, director de esa unidad, el cyberbullying -término en inglés de esta forma de agresión- ha crecido más del 300 por ciento respecto del año anterior, cuando se registraron 100 denuncias. 'Viví un infierno, todo por ser buen estudiante'El adolescente, que hoy tiene 13 años, estudiaba en un prestigioso colegio de Bogotá. Ingresó en cuarto de primaria. Sus padres lo matricularon allí porque el plantel donde estudiaba no era bilingüe."Venía de un colegio muy estricto -cuenta él-. Estaba acostumbrado a la disciplina, y muchas cosas que enseñaban, ya las sabía. Me la empezaron a montar de nerdo".Y por eso, por ser estudioso y respetuoso, un par de compañeros empezaron a hacerle la vida imposible.Además de golpearlo e insultarlo a diario, lo excluían todo el tiempo. Lo dejaban solo a la hora del descanso, no le permitían jugar con ellos.Y quien se le acercaba era amenazado. "Si se juntaban conmigo, también se la montaban", recuerda.Todo se complicó cuando las agresiones trascendieron al escenario virtual.En el Messenger -cuenta su madre- era costumbre que cada uno de los compañeros de curso pusiera, en su estado, un mensaje insultante hacia su hijo. Hacían concursos de la mejor frase, y él las veía cuando se conectaba.También, a través de ese medio, se ponían de acuerdo para escoger la burla que le harían al día siguiente."Mi hijo llevó un experimento científico, y como lo habían planeado por el Messenger, se lo dañaron", narra la mujer, entre lágrimas.Todo el tiempo recibía mensajes en su correo electrónico y en su celular. Le decían, según el niño, "que era un gordo fracasado y rechazado, que me parecía al celador del colegio y que mi mamá era una puta"."Eso duró dos años y fue un infierno -narra-. Empecé a tener pensamientos malos, a perder las ganas de vivir. Quise morirme, no quería ser el rechazado del curso".Tal fue la presión que, según su médico de cabecera, sufrió un bloqueo de la hormona del crecimiento.Como también aprendió artes marciales, un día no aguantó más las golpizas y la persecución: derrumbó a su más temerario agresor de una patada en la nuca. Ese fue su último día en ese colegio.Ahora estudia en otra institución donde es feliz, tiene muchos amigos y se olvida del pasado. "Ya lo superé".